Semana tras semana, mes tras mes, el movimiento de los chalecos amarillos continúa. Rotondas ocupadas durante la semana, manifestaciones el sábado y a veces almacenes o peajes bloqueados, el movimiento sigue haciendo prueba de una determinación certera que suscita sorpresa e interrogantes. ¿Qué es lo que motiva a los chalecos amarillos? ¿de dónde sacan su energía? ¿qué es lo que quieren?
Desde hace varios años, un eslogan aparece en la primera plana de nuestro periódico: «Resistencia Popular Autónoma». Tres palabras para significar nuestra certidumbre de que solamente una movilización de los pueblos explotados, realizada fuera de los partidos y de los sindicatos permitiría oponerse a la violencia destructora del sistema capitalista y que solamente la acción autónoma de las muchedumbres populares podría derrocar este sistema injusto, desigual y suicida.
Este eslogan se lo han apropiado los chalecos amarillos ; lo que solo era un grito se ha convertido en un hecho social, una realidad. Nuestras condiciones de vida son demasiado dificiles, significan demasiados problemas para llegar a fin de mes. Hartos de las pensiones ridículas cuando has trabajado toda la vida, hartos de las salarios de miseria, de la precariedad, de las injusticias, de los salarios y primas extravagantes para los patronos que deslocalizan las empresas y despiden a diestro y siniestro, hartos de todos los estafadores que presumen en la tele dando lecciones, de los políticos orgullosos, tan despreciativos como mentirosos y tramposos, hartos de esa supuesta élite que porque ha estudiado en los colegios para ricos, se pretende infalible y quiere imputar a las capas más pobres de la población la responsabilidad de las decisiones catastróficas que ha tomado en materia de medio ambiente, de economía, de política. La extensión de la pobreza, el aumento de las desigualdades, la contaminación del agua, del aire, de los suelos, la destrucción des los espacios naturales, el colapso de la biodiversidad, el desarrollo de la industria del armamento, la deslocalización de las industrias, el agotamiento de los recursos naturales, el calentamiento climático….todos estos dramas son la consecuencia de las decisiones políticas tomadas por las clases de los pudientes y los gobernantes.
Y estos, dirigentes de multinacionales o políticos, todos muy engreídos, han tomado sus decisiones únicamente para satisfacer su voluntad de dominación. Su amor al poder y al dinero es tanto que se vuelven locos y pierden todo sentido común. Su única moral es la del provecho, no les importan las consecuencias sociales, sanitarias o ambientales de un proyecto si este les trae provecho.
Las consecuencias de esta lógica, de este sistema de corrupción generalizada está aquí, visibles para todos. Todos nos damos cuenta de que el enfrentamiento de estados obsesionados por su deseo de hegemonía y su voluntad de prepotencia puede en cualquier momento provocar una guerra nuclear que sería fatal para la humanidad. ¿Quién se atrevería a negar que los trastornos climáticos generados por la undustrialización a ultranza y la carrera al provecho son una amenaza mortal?
¿Cómo alimentar mañana a la población que aumenta sin cesar mientras disminuyen los recursos? ¿En qué mundo vivirán las próximas generaciones?… Son numerosas las amenazas que pesan sobre nuestro planeta y las razones de preocupación también. Vivimos en un mundo angustioso, el porvenir que nos propone este sistema cada vez más injusto y desigual está bien negro y dicha perspectiva es lo que no aceptan los chalecos amarillos. ¿Cómo oponerse? ¿Cómo defenderse?
Es evidente que los sindicatos y los partidos políticos, todas las instituciones que tenían teóricamente dicha función, se han convertido en coartadas del sistema. Se limitan a hacer respetar por los patronos las leyes hechas para los patronos. Además ¿cómo confiar en organismos que dependen económicamente en gran parte de los subsidios del estado y de las empresas?
Gestionar las revueltas sociales, llevarlas a callejones sin salida se ha convertido en un oficio que se aprende en las escuelas de comercio. ¿Cuántos lideres sindicalistas han acabado siendo altos funcionarios , ministros o Director general?
Y si una multitud de militantes sindicalistas de base siguen siendo honrados y se dedican en cuerpo y alma en defender a los asalariados, participan a pesar suyo a mantener el sistema.
Y ¿cómo confiar en los políticos? Vemos todos que el poder y el dinero transforman las ovejas en leones. La historia nos da tantos y tantos ejemplos de individuos sencillos y honrados que se pretendían defensores incondicionales de la viuda y del huérfano y que, una vez en el poder, se revelan ser verdaderos tiburones.
En un mundo en que todo se compra, donde todo es mercancía, las opiniones y las conciencias también se compran. Fabricante de opiniones, comprador de conciencias, ¿no es eso «lobbista»? Y si el caldo resulta demasiado amargo, si la digestión resulta difícil, los medios están aquí para transformar el brebaje más infame en una delicia y encumbrar al rey de los charlatanes.
Por ello, no confiemos sino en nosotros mismos dicen los chalecos amarillos, actuemos por nosotros mismos, seamos de una vez los dueños de nuestras vidas. Resistamos, resistamos al Estado y a los patronos, discutamos entre nosotros, elaboremos juntos, construyamos juntos.
Resistencia Popular Autónoma, el futuro es para los chalecos amarillos.
cnt-AIT (Abril 2019)
Original en frances : http://cntaittoulouse.lautre.net/spip.php?article957