Semana internacional contra el impago de salarios : un ejemplo de acción directa cotidiana

Cada año, en octubre, las secciones de la AIT (Asociación Internacional de los Trabajadores) organizan una semana de acción contra el impago de salarios. En realidad, el problema de los salarios impagados es un problema de todo el año, y es durante todo el año cuando luchamos junto a las trabajadoras y los obreros por su derecho más elemental : que el patrón les dé simplemente lo que les debe. Pero esta semana es una oportunidad para poner de relieve nuestra acción militante cotidiana, que habitualmente llevamos a cabo sin darle publicidad.

Aunque exigir que nos paguen por nuestro trabajo no es revolucionario en sí mismo, intentamos utilizar un método coherente con nuestras ideas revolucionarias, el método de la acción directa. Contrariamente a lo que el poder y los medios de comunicación quieren hacernos creer, la acción directa no significa acción violenta. Tampoco significa una acción espectacular para que nuestro siglo sale en los periódicos o en las redes sociales. Como su nombre indica, la acción directa significa una acción llevada a cabo directamente por los afectados -en este caso, los trabajadores- sin intermediarios, representantes o portavoces, ya sean políticos (alcaldes, diputados, miembros de partidos políticos), abogados que deciden la estrategia de defensa del demandante o incluso representantes sindicales que hablan en nombre de los trabajadores sin pedirles antes su opinión. Esta acción directa puede adoptar la forma de actos espectaculares o incluso violentas, pero lo que caracteriza a la acción directa es que es decidida por la asamblea general de los afectados y no sólo por un pequeño grupo de personas que toman las decisiones por los demás, que en este caso quedan reducidos al papel de meros ejecutores. Si lo piensas bien, mucho de lo que se nos presenta como acción directa (ya sean los black blocs o las manifestaciones de ecología radical) no es acción directa, sino acción espectacular…

La acción directa no suele ser nada espectacular. Empieza diciendo « no » como individuo, plantando cara al jefe de tu equipo, al director de tu departamento o al director de tu oficina. Negarse a hacer horas extraordinarias. Exigir que te paguen a tiempo. Nada espectacular, nada que vaya a crear el “buzz” en las redes sociales. Son pequeños gestos cotidianos, pequeñas victorias que se consiguen con pequeños pasos, y que poco a poco van construyendo la confianza en uno mismo y en el colectivo. No se trata de reformismo (que pretende cambiar la ley), porque la acción directa no espera nada de la ley, que no es más que una mediación entre las partes implicadas (patronal vs. trabajadores) arbitrada por el Estado.

Como ejemplo de este método de acción directa que intentamos practicar, la semana pasada se puso en contacto con nosotros un grupo de temporeros extranjeros, que se preguntaban por la legalidad de sus condiciones de trabajo (alojamiento y condiciones de vida, pago de primas), y si tenían derecho a exigir algo. En cuanto recibimos su petición, nos ofrecimos a reunirnos con ellos para discutir qué se podía hacer colectivamente. Realizamos un análisis jurídico de sus peticiones, apoyándonos en la red de compañeros que tienen una sólida experiencia en estas cuestiones, ya sea porque son activistas o por su actividad profesional (inspección de trabajo). Resultó que la mayoría de los puntos planteados por los temporeros no eran en realidad « ilegales ». El patrón los explotaba, ¡pero de la forma más legal posible! Era moralmente inicuo, pero totalmente conforme con el sacrosanto Código del Trabajo. Después de explicárselo a los trabajadores, les dijimos también que nada les impedía pedir más de lo previsto en el Código del Trabajo. Y que, para tener más posibilidades de ganar, era preferible actuar colectivamente, en grupo, y sin señalar al patrón en la dirección de un interlocutor concreto, a fin de evitar designar un blanco para la represión. Los temporeros ya han puesto en práctica este método de acción directa ya les ha permitido obtener una lavadora para su ropa. Es una forma de recuperar el salario, porque no tienes que pagar a la lavandería para que te laven la ropa. Puede parecer irrisorio, pero poder ponerse ropa limpia cuando se trabaja en el campo es una cuestión de dignidad. Y las revoluciones se luchan a menudo -si no siempre- por razones de dignidad, mucho más que por cualquier otra razón estrictamente material.

Para concluir, he aquí la nota que nos envió la compañera que se puso en contacto con nosotros en nombre del grupo:

« Me gustaría daros las gracias por recordarme que es justo que pida ciertas cosas a los jefes a cambio de mi fuerza de trabajo, aunque la ley no lo exija. Sigo teniendo problemas con los jefes, y a veces también con mis compañeros que me dicen que soy « demasiado exigente » (aunque tengamos unas condiciones super precarias en mi opinión) y eso a veces me hace bajar el listón.

Si vuelvo a trabajar en la región, por supuesto que me pondré en contacto con vosotros para unirme y colaborar con vosotros.

La lucha continúa…

Activistas de la CNT-AIT Francia

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En français : Semaine internationale de lutte contre les salaires impayés : un exemple d’action directe au quotidien
http://cnt-ait.info/2023/10/20/semaine-internationale-payment/

In English: International week against unpaid wages: an example of daily direct action
http://cnt-ait.info/2023/10/20/international-week-23/

En Español:Semana internacional contra el impago de salarios : un ejemplo de acción directa cotidiana
http://cnt-ait.info/2023/10/20/semana-internacional-23/

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